En Ukulhas realmente estuvimos de paso para ir a Mathiveri. Impresionante siempre la llegada estas islas… te deja sin aliento…
Aquí no nos quedamos a dormir porque la ruta del ferry nos obligaba a quedarnos dos noches y no era nuestra idea. Queríamos llegar a Mathiveri y de ahí a Himandhoo, que era la isla a la que más ganas teníamos de llegar por lo que habíamos estado viendo en Google maps y nos habían aconsejando durante el viaje.
Dimos un paseo por la isla en busca de la Bikini Beach para darnos un baño antes de comer y refrescarnos un poco. Fue la primera vez que nos topamos con este cartel. Clara delimitación de la zona local y la turista. Impresiona, te indigna pero al final te acostumbras porque son sus costumbres.
La playa era muy bonita, de arena blanca y agua azul turquesa, además estábamos solos. Julio estuvo buceando por el arrecife y hubo un momento en el que miré hacia donde estaba él y vi un grupo de delfines muy cerca. Se podían ver perfectamente porque el mar siempre está muy tranquilo en Maldivas. No paraban de saltar y de dar volteretas, había muchísimos… Un espectáculo.
También había varios barcos típicos de pescadores abandonados en la orilla, disfruté mucho haciendo fotos en esta playa.
Supongo que por la fecha en la que fuimos (Marzo) no había prácticamente ningún turista en la isla y eso nos gustó, sí señor. Estaba todo muy tranquilo, reinaba una paz absoluta por las calles y podías sentir el silencio. Es espectacular pasear por esos caminos sin asfaltar y sentir la tierra entre los dedos, quedarte embobado con los colores tan vivos que lucen los muros de las casas y que hacen un contraste alucinante con el verde de las palmeras y plantas tropicales.
Si tuviera que definir Maldivas en dos palabras serían Decadencia Maravillosa. Es difícil explicarlo sin verlo pero me recordó un poco a Cuba. Es una decadencia que te encanta o aborreces, no hay punto medio.
Encontramos un lugar muy auténtico para comer, un restaurante local cerca del puerto (no vimos el nombre por ningún lado). A pesar de que la comida no fue de las mejores ni la más barata tampoco, estuvimos súper a gusto. Pedimos una sopa de noodles y pasta. Hay varios restaurantes en la zona pero escogimos este porque estaba cerca del puerto y teníamos que coger el ferry pronto para ir a Mathiveri. Además, en todos los restaurantes te ofrecen prácticamente lo mismo.
Mientras esperábamos el ferry nos sentamos debajo de ese árbol comiéndonos un helado que compramos en una de las tiendecitas en frente del puerto.
Y por fin poníamos rumbo a Mathiveri. Cada vez estábamos más cerca de Himandhoo.
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